martes, 18 de marzo de 2008

Cuentos para los que no tienen tiempo III



El sufi Bayazid dice acerca de sí mismo:

«De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: 'Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo'».

«A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: 'Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho'».

«Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única oración es la siguiente: 'Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo'. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida».



En cierta ocasión salió el diablo a pasear con un amigo. De pronto vieron ante ellos a un hombre que estaba inclinado sobre el suelo tratando de recoger algo.

«¿Qué busca ese hombre?», le preguntó al diablo su amigo.

«Un trozo de Verdad», respondió el diablo.

«¿Y eso no te inquieta?», volvió a preguntar el amigo.

«Ni lo más mínimo», respondió el diablo. «Le permitiré que haga de ello una creencia religiosa».



El guerrero japonés fue apresado por sus enemigos y encerrado en un calabozo. Aquella noche no podía conciliar el sueño, porque estaba convencido de que a la mañana siguiente habrían de torturarle cruelmente.

Entonces recordó las palabras de su Maestro Zen: «El mañana no es real. La única realidad es el presente».

De modo que volvió al presente... y se quedó dormido.



Anthony de Mello

No hay comentarios: